lunes, 16 de noviembre de 2015

BIOGRAFIA DE JUAN JOSÉ GARCÍA DE HEVIA

NUESTRO EPONIMO 

La familia García de Hevia proviene de un estamento de pardos sin más bienes que sus brazos para trabajar. Al respecto la prueba más fehaciente nos la suministra el documento de primera mano del Archivo Histórico de La Grita, encontrado por el Dr. Lucas Castillo Lara, quien demuestra que los García de Hevia eran pobres sin más; veamos:

Don Salvador García, el padre, muere antes de 1777 y Juan José por ser uno de los hijos  mayores, le tocó la suerte de ser uno de los pilares y sostén de la familia a raíz de la muerte de su padre. García de Hevia, educado en la dura escuela del trabajo, era un hombre integro, de palabra entregada, de espíritu rebelde e inquieto, poco dado a plegarse a las fáciles normas de una rutina acomodaticia. Lo sublevaba la injusticia, que hería sus sentimientos individuales y vejaba al conglomerado social donde vivía.

La viuda vuelve a contraer nupcias con Don Marcos Guerrero. En ese año hay un litigio, entre la viuda Juana María de Hevia y su yerno Joseph Lorenzo del Rincón, por cuestiones de la herencia. En las declaraciones de Doña Juana María afirma, que la mayoría de los bienes son de ella, por haberlos llevado como dotales al matrimonio, por donación de su padre Don Francisco de Hevia. Su marido Don Salvador había dejado pocos bienes, entre ellos su silla de montar, un Capote y su ropa de uso. De todo ello podía inferirse, que la situación de la familia García de Hevia no era muy boyante.

Juan José, nació un día de San Juan (24 de Junio), de 1757 en el lugar del Llano de la Santa Cruz, muy cercano a la Casona de los ancianos García y el Guerrero de los Librillos. Fue el primogénito de la familia García de Hevia Guerrero oriundos de la Provincia de Vizcaya en España.

Juan José García de Hevia se dedico a las letras y bajo las enseñanzas de sus tíos sacerdotes aprendió latín y francés. Que daba en las lecciones de la Escuela Pública que fundo Fernando José García. Sus padres eran los propietarios de tierras en los sitios de Pueblo Hondo, Trincheras, Carrizal, Hernández y a orillas del Río Escalante. Contrajo nupcias católicas con Barbará Noguera, descendiente de los Librillos y amante de las palabras buenas.     

Juan José García de Hevia contaba con un ánimo que apuntaba hacia las ideas de libertad apenas presentida. Tuvo que luchar muy duro para obtener una posición respetable en la comunidad, cuando otras personas accedían a ellas por cuestiones de fortuna. A parte de todo eso, tenía condiciones naturales para ser un conductor, un líder, como lo demuestra en los siguientes años de su vida.  

            Podríamos comenzar  la historia en el año de (1778), con la Primera Protesta comunera de la Grita, o quizás mejor, fecharla 2 años atrás (1776) con un grito de “Viva el Rey y Muera el mal Gobierno”. A la revolución Comunera del Socorro en el nuevo reino de Granada entre los cabecillas del movimiento figuraban Matías Márquez, Juan José García de Hevia, su cuñado José del Rincón; su padrastro Marcos Guerrero, Alejandro y Miguel Guerrero y el Capitán Domingo Antonio de la Vega. Este último era regidor de Maracaibo en (1776).

            A Juan José García de Hevia se la impuso una multa de 50 pesos de plata por haber proclamado en público y ante la Real Justicia, la frase de “Viva el Rey y Muera el Mal Gobierno”. Dicha frase fue pronunciada en la Grita, en Julio de 1774, después de 2 años este fue el lema de los Comuneros, esto fue un orgullo primero por ser uno de los líderes del movimiento Comunero y el otro que pertenecía a la Grita.

            En los sucesos de 1779 en la Grita, a la odiosidad de las medidas de la medida del administrador y empleados de la Real Hacienda, se sumaban el odio, en particular entre Juan José García de Hevia y la familia Noguera.

La dinastía de los García de Hevia, tuvo una destacada actuación en La Grita, el Pbro. Antonio García fue vicario de La Grita desde el 3 de junio de 1742 hasta 1790. Don Valentín García, hermano, fue Alcalde, y Mayordomo de la Cofradía del Santo Cristo, don Salvador García, hermano, fue el padre de los García de Hevia: Juan José, José Ignacio y Francisco Javier, quien fue inmolado en 1816, en la “huerta de Jaime” en Bogotá por sus ideales patriotas. José Ignacio, fue uno de los firmantes de la declaración de adhesión al Acta de la Independencia, el 11 de octubre de 1810. Luego, vendrían los Pbros. Fernando José García y Bernardo García, quienes tuvieron una destacada actuación en favor de la Independencia.

El movimiento de protesta de los criollos contra los impuestos reales fue el de los andinos en 1781. Este movimiento constituyó una prolongación de la "revolución de los comuneros", iniciada en Socorro, Virreinato de Nueva Granada, en marzo de ese mismo año. Uno de sus jefes, Berbeo, había ido a Pamplona para extender la lucha al oeste venezolano. Desde Pamplona, bajó Manuel Cáceres a Cúcuta con 2.000 hombres, contactando con los criollos de San Antonio. Los de San Cristóbal se apoderaron de la alcaldía, manifestando claramente que el objetivo del movimiento era la supresión de los impuestos, contra los nuevos derechos de alcabala y el estanco del tabaco.

Un hecho importante de esta lucha fue la participación activa de la mujer, como también había ocurrido en Socorro con Manuela Beltrán y otras. En San Cristóbal se incorporaron varias mujeres, entre ellas, Jordiana González, Rafaela Pineda, Bernardina Alarcón y Salvadora Chacón.

También hubo una relevante participación indígena, especialmente en las comunidades de Pregonero, Capacho, Guaraque y Casanare, porque se sentían interpretados por un movimiento que luchaba contra el tributo que durante dos siglos y medio les habían impuesto los españoles.

Los indígenas de los Andes venezolanos se integraron entusiastamente al combate porque, al igual que sus hermanos de Colombia, habían escuchado que la rebelión de Túpac Amaru avanzaba triunfalmente hacia sus tierras. Javier de Mendoza se proclamó, en Casanare, partidario del legendario hijo de los incas, llegando a decretar que los indios no debían asistir al culto católico. En LaguniIlas, "el común" tomó el pueblo al grito de ¡Viva el Rey del Cuzco!

En La Grita se integró el comerciante Vicente de Aguilar y el hacendado Juan José García de Hevia, que rápidamente pasó a liderar el movimiento, ocupando Bailadores, Ejido y, sobre todo, Mérida el 24 de julio de 1781, donde se incorporó un nuevo contingente indígena. "El Teniente Gobernador de Mérida, don Antonio Ruiz Valero, ordenó a los alcaldes de Ejido reuniesen gente para oponerla a los rebeldes, medida que no surtió efecto por ser todo el Común partidario de los amotinados".

Mérida se convirtió en el epicentro de la rebelión; allí se publicaron pasquines que proclamaban abiertamente la oposición al gobierno español, lo que demuestra la existencia de un ala más radicalizada, que no sólo luchaba por cuestiones economicistas, como el impuesto, sino también por el término del coloniaje. Uno de esos volantes decía: "Los principales lugares de este reino, cansados de sufrir las continuas presiones con que el mal gobierno de España nos oprime, con la esperanza de ir a peor según noticia, hemos resuelto sacudir tan pesado yugo, y seguir otro partido para vivir con alivio".

La mayoría de los merideños se integró activamente al movimiento, aunque los miembros del Cabildo fueron más moderados. En la plaza central se aprobaron por aclamación los puntos programáticos de Zipaquirá, elaborados por los rebeldes de Socorro, dando mueras al gobierno, al mismo tiempo que gritaban vivas al rey. Después, se apoderaron de los fondos de la Real Hacienda y del estanco del tabaco. El líder, García de Hevia, ordenó medidas de expropiación de ricos propietarios, como José Nepomuceno Uzcátegui, enemigo declarado de los comuneros.

Desde Mérida comenzó a propagarse el movimiento a Barinas y al Zulia, enviando cartas y emisarios autorizados, en las que se expresaba la esperanza de encontrar apoyo en los criollos de Caracas. Los rebeldes vacilaron en atacar Trujillo, perdiendo un valioso tiempo. Pronto llegó un poderoso ejército español que los obligó a retroceder sin combate hasta Mérida. Allí se dispersaron, evitando cualquier tipo de enfrentamiento.

A pesar de la derrota, los revolucionarios de Vicente Aguiar, García de Hevia, Luis Vidalle y otros siguieron preparando un nuevo movimiento. Contreras afirma que "transcurrido tres años del fracaso (...) no cejaban en sus propósitos los principales cabecillas de rebelarse contra el status político existente". En síntesis, la rebelión de los comuneros venezolanos fue mayoritariamente un movimiento de protesta contra los impuestos y abusos de los españoles, pero en su seno se generó un ala radical que llegó a plantear una crítica al régimen de dominación política.

Los Comuneros manifestaron su descontento contra los impuestos excesivos, el monopolio de la producción y el comercio, contra la opresión y el hambre, contra el mal gobierno y la corrupción. En fin, contra las innumerables contradicciones sociales y económicas prevalecientes en aquella sociedad colonial, de la cual formaban parte. A pesar de conservar su lealtad al Rey, los comuneros prepararon el camino para las futuras batallas por la independencia.

Pero en medio de sus contradicciones pudieron demostrar la fuerza del común del pueblo cuando se decide a cambiar el rumbo de la historia. El movimiento comunero fue anterior a la revolución francesa y, por supuesto, de la gesta emancipadora.

El Capitán Comunero Juan José García de Hevia murió decapitado en el lugar del Portachuelo, por el  camino de Bailadores, un 10 de septiembre de 1809 a los 52 años, En julio de 1783 nacería en Caracas Simón Bolívar, que a pasos de vencedor por las montañas andinas, en 1813, recogería los hermosos frutos que habían sembrado los hombres de ruana y de frío, Los Comuneros, en 1781.

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