NUESTRO EPONIMO
La familia García de Hevia proviene de
un estamento de pardos sin más bienes que sus brazos para trabajar. Al respecto
la prueba más fehaciente nos la suministra el documento de primera mano del
Archivo Histórico de La Grita, encontrado por el Dr. Lucas Castillo Lara, quien
demuestra que los García de Hevia eran pobres sin más; veamos:
Don
Salvador García, el padre, muere antes de 1777 y Juan José por ser uno de los
hijos mayores, le tocó la suerte de ser
uno de los pilares y sostén de la familia a raíz de la muerte de su padre.
García de Hevia, educado en la dura escuela del trabajo, era un hombre integro,
de palabra entregada, de espíritu rebelde e inquieto, poco dado a plegarse a
las fáciles normas de una rutina acomodaticia. Lo sublevaba la injusticia, que
hería sus sentimientos individuales y vejaba al conglomerado social donde vivía.
La viuda vuelve a contraer nupcias con
Don Marcos Guerrero. En ese año hay un litigio, entre la viuda Juana María de
Hevia y su yerno Joseph Lorenzo del Rincón, por cuestiones de la herencia. En
las declaraciones de Doña Juana María afirma, que la mayoría de los bienes son
de ella, por haberlos llevado como dotales al matrimonio, por donación de su
padre Don Francisco de Hevia. Su marido Don Salvador había dejado pocos bienes,
entre ellos su silla de montar, un Capote y su ropa de uso. De todo ello podía
inferirse, que la situación de la familia García de Hevia no era muy boyante.
Juan
José, nació un día de San Juan (24 de Junio), de 1757 en el lugar del Llano de
la Santa Cruz, muy cercano a la Casona de los ancianos García y el Guerrero de
los Librillos. Fue el primogénito de la familia García de Hevia Guerrero
oriundos de la Provincia de Vizcaya en España.
Juan
José García de Hevia se dedico a las letras y bajo las enseñanzas de sus tíos
sacerdotes aprendió latín y francés. Que daba en las lecciones de la Escuela
Pública que fundo Fernando José García. Sus padres eran los propietarios de
tierras en los sitios de Pueblo Hondo, Trincheras, Carrizal, Hernández y a
orillas del Río Escalante.
Contrajo
nupcias católicas con Barbará Noguera, descendiente de los Librillos y amante
de las palabras buenas.
Juan
José García de Hevia contaba con un ánimo que apuntaba hacia las ideas de
libertad apenas presentida. Tuvo que luchar muy duro para obtener una posición
respetable en la comunidad, cuando otras personas accedían a ellas por
cuestiones de fortuna. A parte de todo eso, tenía condiciones naturales para
ser un conductor, un líder, como lo demuestra en los siguientes años de su
vida.
Podríamos comenzar la historia en el año de (1778), con la
Primera Protesta comunera de la Grita, o quizás mejor, fecharla 2 años atrás
(1776) con un grito de “Viva el Rey y Muera el mal Gobierno”. A la revolución
Comunera del Socorro en el nuevo reino de Granada entre los cabecillas del
movimiento figuraban Matías Márquez, Juan José García de Hevia, su cuñado José
del Rincón; su padrastro Marcos Guerrero, Alejandro y Miguel Guerrero y el
Capitán Domingo Antonio de la Vega. Este último era regidor de Maracaibo en
(1776).
A Juan José García de Hevia se la
impuso una multa de 50 pesos de plata por haber proclamado en público y ante la
Real Justicia, la frase de “Viva el Rey y Muera el Mal Gobierno”. Dicha frase
fue pronunciada en la Grita, en Julio de 1774, después de 2 años este fue el
lema de los Comuneros, esto fue un orgullo primero por ser uno de los líderes
del movimiento Comunero y el otro que pertenecía a la Grita.
En los sucesos de 1779 en la Grita,
a la odiosidad de las medidas de la medida del administrador y empleados de la
Real Hacienda, se sumaban el odio, en particular entre Juan José García de
Hevia y la familia Noguera.
La dinastía de los García de Hevia, tuvo
una destacada actuación en La Grita, el Pbro. Antonio García fue vicario de La
Grita desde el 3 de junio de 1742 hasta 1790. Don Valentín García, hermano, fue
Alcalde, y Mayordomo de la Cofradía del Santo Cristo, don Salvador García,
hermano, fue el padre de los García de Hevia: Juan José, José Ignacio y
Francisco Javier, quien fue inmolado en 1816, en la “huerta de Jaime” en Bogotá
por sus ideales patriotas. José Ignacio, fue uno de los firmantes de la
declaración de adhesión al Acta de la Independencia, el 11 de octubre de 1810.
Luego, vendrían los Pbros. Fernando José García y Bernardo García, quienes
tuvieron una destacada actuación en favor de la Independencia.
El movimiento de protesta de los
criollos contra los impuestos reales fue el de los andinos en 1781. Este
movimiento constituyó una prolongación de la "revolución de los
comuneros", iniciada en Socorro, Virreinato de Nueva Granada, en marzo de ese
mismo año. Uno de sus jefes, Berbeo, había ido a Pamplona para extender la
lucha al oeste venezolano. Desde Pamplona, bajó Manuel Cáceres a Cúcuta con
2.000 hombres, contactando con los criollos de San Antonio. Los de San
Cristóbal se apoderaron de la alcaldía, manifestando claramente que el objetivo
del movimiento era la supresión de los impuestos, contra los nuevos derechos de
alcabala y el estanco del tabaco.
Un hecho importante de esta lucha fue la
participación activa de la mujer, como también había ocurrido en Socorro con
Manuela Beltrán y otras. En San Cristóbal se incorporaron varias mujeres, entre
ellas, Jordiana González, Rafaela Pineda, Bernardina Alarcón y Salvadora
Chacón.
También hubo una relevante participación
indígena, especialmente en las comunidades de Pregonero, Capacho, Guaraque y
Casanare, porque se sentían interpretados por un movimiento que luchaba contra
el tributo que durante dos siglos y medio les habían impuesto los españoles.
Los indígenas de los Andes venezolanos
se integraron entusiastamente al combate porque, al igual que sus hermanos de
Colombia, habían escuchado que la rebelión de Túpac Amaru avanzaba
triunfalmente hacia sus tierras. Javier de Mendoza se proclamó, en Casanare,
partidario del legendario hijo de los incas, llegando a decretar que los indios
no debían asistir al culto católico. En LaguniIlas, "el común" tomó
el pueblo al grito de ¡Viva el Rey del Cuzco!
En La Grita se integró el comerciante
Vicente de Aguilar y el hacendado Juan José García de Hevia, que rápidamente
pasó a liderar el movimiento, ocupando Bailadores, Ejido y, sobre todo, Mérida
el 24 de julio de 1781, donde se incorporó un nuevo contingente indígena.
"El Teniente Gobernador de Mérida, don Antonio Ruiz Valero, ordenó a los
alcaldes de Ejido reuniesen gente para oponerla a los rebeldes, medida que no
surtió efecto por ser todo el Común partidario de los amotinados".
Mérida se convirtió en el epicentro de
la rebelión; allí se publicaron pasquines que proclamaban abiertamente la
oposición al gobierno español, lo que demuestra la existencia de un ala más
radicalizada, que no sólo luchaba por cuestiones economicistas, como el
impuesto, sino también por el término del coloniaje. Uno de esos volantes
decía: "Los principales lugares de este reino, cansados de sufrir las
continuas presiones con que el mal gobierno de España nos oprime, con la
esperanza de ir a peor según noticia, hemos resuelto sacudir tan pesado yugo, y
seguir otro partido para vivir con alivio".
La mayoría de los merideños se integró
activamente al movimiento, aunque los miembros del Cabildo fueron más
moderados. En la plaza central se aprobaron por aclamación los puntos
programáticos de Zipaquirá, elaborados por los rebeldes de Socorro, dando
mueras al gobierno, al mismo tiempo que gritaban vivas al rey. Después, se
apoderaron de los fondos de la Real Hacienda y del estanco del tabaco. El
líder, García de Hevia, ordenó medidas de expropiación de ricos propietarios,
como José Nepomuceno Uzcátegui, enemigo declarado de los comuneros.
Desde Mérida comenzó a propagarse el
movimiento a Barinas y al Zulia, enviando cartas y emisarios autorizados, en
las que se expresaba la esperanza de encontrar apoyo en los criollos de
Caracas. Los rebeldes vacilaron en atacar Trujillo, perdiendo un valioso tiempo.
Pronto llegó un poderoso ejército español que los obligó a retroceder sin
combate hasta Mérida. Allí se dispersaron, evitando cualquier tipo de
enfrentamiento.
A pesar de la derrota, los
revolucionarios de Vicente Aguiar, García de Hevia, Luis Vidalle y otros
siguieron preparando un nuevo movimiento. Contreras afirma que
"transcurrido tres años del fracaso (...) no cejaban en sus propósitos los
principales cabecillas de rebelarse contra el status político existente".
En síntesis, la rebelión de los comuneros venezolanos fue mayoritariamente un
movimiento de protesta contra los impuestos y abusos de los españoles, pero en
su seno se generó un ala radical que llegó a plantear una crítica al régimen de
dominación política.
Los Comuneros manifestaron su descontento
contra los impuestos excesivos, el monopolio de la producción y el comercio,
contra la opresión y el hambre, contra el mal gobierno y la corrupción. En fin,
contra las innumerables contradicciones sociales y económicas prevalecientes en
aquella sociedad colonial, de la cual formaban parte. A pesar de conservar su
lealtad al Rey, los comuneros prepararon el camino para las futuras batallas
por la independencia.
Pero en medio de sus contradicciones
pudieron demostrar la fuerza del común del pueblo cuando se decide a cambiar el
rumbo de la historia. El movimiento comunero fue anterior a la revolución
francesa y, por supuesto, de la gesta emancipadora.
El
Capitán Comunero Juan José García de Hevia murió decapitado en el lugar del
Portachuelo, por el camino de
Bailadores, un 10 de septiembre de 1809 a los 52 años, En julio de 1783 nacería en
Caracas Simón Bolívar, que a pasos de vencedor por las montañas andinas, en
1813, recogería los hermosos frutos que habían sembrado los hombres de ruana y
de frío, Los Comuneros, en 1781.
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